sábado, 30 de julio de 2016

ESCRIBIENDO A PICASSO


Pablo Picasso
Flute Player & Watermelon Eater, 1965
(Escena escrita por Pablo Cirilli)

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Espacio. 

Es lo que Numair siente cuando Talal, su padre, toca.
El descompás del argul de Talal marca las tranquilas tardes de Numair en el Mamou de 1994.
Casi siempre sus hermanas Samia y Aaida los acompañan, pero no hoy... Hoy ayudaban a su madre Ramla a preparar la comida de la noche.

Espacio.

La sensación que le transmite la música de su padre se traduce así. No hay más palabras o siquiera una frase completa... sólo espacio.
Las calurosas tardes en Mamou se pasan de dos formas: adentro con el fresco de los ventiladores o afuera con una brisa no tan fresca pero agradable que proviene del desierto.
El afuera tiene algo, algo que el aire en movimiento del ventilador no da... espacio.

Sin duda, comer sandía es un aliciente que suma frescura a esta sencilla ceremonia, por eso es que Numair no pierde oportunidad y, de a cuartos, devora sandías a temperatura ambiente.

Talal: -¿Está buena? -susurra, entre canción y canción.

Numair: -Hmm... -asiente, mirándolo mientras dentro de su boca separa las semillas de la fibra.

Un hilo de agua escapa de su boca, pero antes de que caiga el niño la retiene con el dorso de su mano, como si supiera que en esa austeridad involuntaria nada hay que desperdiciar.

Y el argul acompasa, indiferente, con la rítmica discriminación que ocurre en la boca de Numair.
Cada tanto, un grupo de turistas pasa, desentonando con la prolija fluorescencia de sus ropas y comienzan con la enfermiza rutina del visitante lejano: frenan, sonríen, saludan asintiendo con la cabeza, sacan fotos, dejan dinero, caminan hacia la siguiente atracción y repiten.

Pero lo que desconcierta en realidad a Numair es el tintineo de las monedas y el suave crujir de algún billete arrugado que cae como un racimo de hojas de afzelia delante de ellos.
Talal no dedica mirada al dinero. Mira a los turistas a los ojos.

Talal: -Merci! Merci beaucoup!

¿De qué se trata? ¿Es acaso el de su padre un trabajo?
¿Por qué el duro metal de las monedas y su tintineo desafía el desarrollo atonal sin ataduras del argul de su padre?

Numair (todavía masticando): -Papá...

Aaida aparece desde las penumbras de la casa.

Aaida (a los dos): -Vamos.- Y vuelve a entrar.

Talal, sin dejar de tocar ni apresurar su arritmia, termina el último compás.
Con lentitud ceremonial, envuelve su argul en una pieza de, tela deforme pero limpia. Dentro va también, desordenado, el dinero.
La merienda de yuca hervida y malamba fresca los espera, como siempre.

Talal se incorpora, mira a Numair quien lo observa atento a cada movimiento.

Talal (tocando la cabeza a Numair): -Vamos.

Y Numair deja atrás y por un breve rato eso que lo alimenta y educa silenciosamente... esa cosa llamada espacio.


Y los dos se pierden en las sombras del hogar.

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